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After life o una lección de ¿vida?

  • Foto del escritor: Annie
    Annie
  • 3 may 2020
  • 3 Min. de lectura

En estos días, estoy viendo algunas entrevistas en redes sociales. Una de ellas me llamó especialmente la atención porque sigo al entrevistado, Rafael Santandreu. Sí, el famoso psicólogo al que leo y del que intento llevar a cabo algunos de sus consejos desde la psicología congnitiva. En la entrevista se habla de la época que estamos viviendo y de la felicidad. La felicidad. Un tema difícil se mire desde el punto de vista que se mire. En la conversación nombran una serie escrita, dirigida y protagonizada por el multifacético Ricky Gervais. Si bien lo he visto en alguna gala de los Globos de Oro y demás, no conocía (y para algunos sé que será imperdonable), su faceta como director. La serie concretamente es After life. Así que, me atrajo el tema y la curiosidad me llevó a ver la serie que tiene dos temporadas de seis episodios cada una de unos treinta minutos de duración.



Tengo que decir que es una serie maravillosa (para mí al menos). De una gran sensibilidad (que no sensiblería o cualquier connotación negativa que se quiera dar a la palabra). Refleja con un gran respeto y certeza el estado de una persona que pasa por una depresión. Una depresión causada por la muerte de la esposa del protagonista. Pero el motivo de la depresión y el estado de apatía que lo llevan a varios intentos de suicidio es lo de menos. Lo realmente importante es lo que intenta mostrar sobre el “egoísmo” de recrearnos en nuestras desgracias, de hacer que sea lo único que importa en el mundo y cómo afecta a los que están a nuestro lado. Es ese momento en el que no quieres vivir pero no llegas a morir porque algo te retiene y ese algo es lo que intentas descubrir desde la autodestrucción, pasando por la aceptación y llegando a donde cada uno quiera llegar.

Es una lección de “esto es así”, “así es la vida” ¿no la quieres? ¿te quiere ella a ti? ¿qué haces tú? ¿cuál es tu respuesta? Una lección que no cae en la moralina (¿o sí en la lección moral?) de los que intentan ayudarte cuando estás así, cuando estás tan roto que nadie que no haya pasado por algo así no puede saberlo.

Es todo un proceso de autoconocimiento y conocimiento de los demás y de la vida, y como no, de lo que es la felicidad, o al menos, de cómo ser feliz o más feliz.

La serie no trata de tener un tono ácido habitual en Gervais, sino un tono melancólico y sencillo capaz de llegar a hacerte pensar, a hacerte empatizar con el protagonista y los variopintos personajes que lo acompañan, o mejor dicho, que lo aguantan y que nos hacen conocer más al deprimido o depresivo Tony. O quizás se aguantan mutuamente. Cada uno… Y sí. A veces también te ríes.

Creo que ha sido un gran descubrimiento. Quizás no sea la mejor serie que he visto en estos días, ni la peor, ni la más o menos de nada. Es la serie que me ha hecho escribir esto y que me ha hecho acabar cada capítulo con una lágrima en los ojos. Y sí, esto es sensiblería, pero es mi sensiblería. Y en estos momentos sin muchos abrazos, me doy cuenta de que abrazar y que te abracen también es felicidad, aunque sea o no, sensiblería.







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